Ernesto
Grillo nació el 1º de octubre de 1929 en el barrio porteño de
La Boca y desde muy pequeño comenzó a liberar su vocación futbolera en
el potrero de Coronel Salvadores y Carlos F. Melo. Sin embargo no sería
Boca su destino, sino River. En el club de Núñez realizó las divisiones
inferiores en épocas en que “La Máquina” deslumbraba por sus apellidos y
su fútbol. Ernesto se sentía 10, pero Carlos Peucelle lo ponía de wing
derecho. “Me ahogaba contra la raya”, llegó a reconocer muchos años
después. Por eso le pidió que le diera el pase, y así fue que en 1947
llegó a Independiente, todavía con edad para cuarta - See more at:
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Ernesto
Grillo nació el 1º de octubre de 1929 en el barrio porteño de
La Boca y desde muy pequeño comenzó a liberar su vocación futbolera en
el potrero de Coronel Salvadores y Carlos F. Melo. Sin embargo no sería
Boca su destino, sino River. En el club de Núñez realizó las divisiones
inferiores en épocas en que “La Máquina” deslumbraba por sus apellidos y
su fútbol. Ernesto se sentía 10, pero Carlos Peucelle lo ponía de wing
derecho. “Me ahogaba contra la raya”, llegó a reconocer muchos años
después. Por eso le pidió que le diera el pase, y así fue que en 1947
llegó a Independiente, todavía con edad para cuarta - See more at:
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Ernesto Grillo.Debuto en la primera de Independiente el 24/04/1949.En
Boca 0,Independiente 2.con la siguiente
formacion.Simonetti,Barraza,Riera,Ledesma,Bissutti,
Seisdedos.Rodriguez,Paramidani,Blanco,GRILLO y Duran
Pocos pueden ser ídolos d...e un club sin haber salido campeón. No
muchos lograron ser reconocidos por simpatizantes de todos los equipos.
Pero solamente a uno se lo homenajeó decretando en su honor el Día del
Futbolista Argentino: ese hombre es Ernesto Grillo.
Nació el 1 de octubre de 1929 en La Boca. Sin embargo, sus divisiones
inferiores no las realizó en el club de la ribera –en donde triunfaría
años más tarde-, sino en River. Como el entrenador, Carlos Peucelle, lo
ponía de wing derecho, cuando él quería jugar de 10, Grillo pidió el
pase y fue así como, en 1947, llegó a Independiente, con edad de cuarta
división.
El debut del “Pelado” en la primera se produjo el 24 de abril de
1949, en un encuentro en el que el “Rojo” le ganó a Boca 2 0. Su primer
gol lo anotó el 26 de noviembre de ese mismo año ante Chacarita, en un
encuentro en el que Independiente superó por 3 a 0 al “Funebrero”. Aquel
fue el primero de los 90 goles que Grillo marcó para el conjunto de
Avellaneda.
Si varias veces nos quejamos por el canto de un Grillo durante la
noche, ¿qué tendrían para decir los defensores que enfrentaban a Ernesto
Grillo? El “Pelado” fue un verdadero artista del fútbol, un gambeteador
nato, un jugador táctico e inteligente. ¡Todo un atorrante! Por esas
cosas que tiene este deporte, no pudo salir campeón con Independiente.
Sin embargo, fue parte fundamental de uno de los equipos más
extraordinarios que tuvo nuestra gloriosa institución. En aquella época,
la delantera de Independiente estuvo conformada por un quinteto
excepcional: Rodolfo Micheli, Carlos Cecconato, Carlos Lacasia (luego
Ricardo Bonelli), Ernesto Grillo y Osvaldo Cruz. Funcionaba de manera
tal que el entrenador de la Selección Argentina, Guillermo Stábile,
decidió convocar a los 5 para el conjunto nacional.
Grillo es recordado por un fabuloso gol que le anotó a Inglaterra con
la Selección el 14 de mayo de 1953 en el estadio de River. ¡Qué mejor
que entender lo que pasó por medio de quien realizó aquella obra de
arte: “Los ingleses nos ganaban 1 a 0, se la pedí a Lacasia y me fui. No
me acuerdo a cuántos dejé en el camino. Ya estaba en el área y me
faltaba ángulo para el remate. Entonces le pegué arriba y la pelota
entró entre el hueco que dejó el arquero y el palo”.
Ese gol, que hasta hizo enloquecer al mismísimo Juan Domingo Perón,
fue tan importante que tras el fallecimiento de Grillo (el 18 de junio
de 1998) y como merecido homenaje, se instituyó que el Día del
Futbolista Argentino quedara fijado el 14 de mayo, el mismo día que el
ex jugador de Independiente realizara aquella hazaña con la camiseta
albiceleste
Rodolfo Micheli, Carlos
Cecconato, Carlos Lacasia (luego Ricardo Bonelli), Ernesto Grillo y
Osvaldo Cruz
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El 'Pelado' construyó una trayectoria fantástica en Independiente, Milan
y Boca. En Italia obtuvo un Scudetto y con los xeneizes, el
tricampeonato. Pero pasó a la historia por su 'gol imposible' a los
ingleses en 1953. Si habrá sido enorme el “Pelado” Ernesto Grillo,
que la fecha de su “gol imposible” contra los ingleses quedó instaurada
para siempre como El Día del Futbolista. Ese 14 de mayo de 1953, las
85.000 personas que colmaron el Monumental asistieron a una obra cumbre
del talento, la improvisación y la audacia, la histórica definición del
“Pelado”. Esa jugada estupenda, que hizo saltar en su butaca al
mismísimo general Juan Domingo Perón, sintetizó la personalidad
futbolística de Grillo: un grande con mayúsculas, que brilló en
Independiente, la Selección Nacional, el Milan de Italia y Boca. Un
guapo gambeteador que desparramó su categoría hasta los 38 años. Luego,
siguió ligado al fútbol y a Boca, como director técnico de la Primera en
diferentes temporadas y fundamentalmente como maestro y hacedor de
jóvenes en épocas en que las inferiores xeneizes funcionaban en La
Candela. En 1998, acuciado por problemas económicos y de salud, se
recluyó en su casa de Bernal y entró en un irreversible cuadro
depresivo. Falleció el 18 de junio de ese año. Ernesto Grillo nació
el 1º de octubre de 1929 en el barrio porteño de La Boca y desde muy
pequeño comenzó a liberar su vocación futbolera en el potrero de Coronel
Salvadores y Carlos F. Melo. Sin embargo no sería Boca su destino, sino
River. En el club de Núñez realizó las divisiones inferiores en épocas
en que “La Máquina” deslumbraba por sus apellidos y su fútbol. Ernesto
se sentía 10, pero Carlos Peucelle lo ponía de wing derecho. “Me ahogaba
contra la raya”, llegó a reconocer muchos años después. Por eso le
pidió que le diera el pase, y así fue que en 1947 llegó a Independiente,
todavía con edad para cuarta. Su debut en Primera se produjo el 24
de abril de 1949, en un partido que el “Rojo” le ganó 3-2 a Platense. Su
primer gol en la división superior llegaría el 26 de noviembre de ese
año, en la goleada 3-0 a Chacarita. A partir de allí, comenzó a cimentar
su fama de gran jugador en un equipo que en los años 50 formó una
delantera espectacular, con estos nombres: Rodolfo Micheli, Carlos
Cecconato, Carlos Lacasia (luego Ricardo Bonelli), Ernesto Grillo y
Osvaldo Cruz. Estos cinco futbolistas protagonizaban domingo a domingo
un verdadero festival de lujos, gambetas, jugadas milimétricas y goles
de gran factura. A tal punto que Guillermo Stábile, seleccionador
argentino, se vio obligado a convocarla íntegra. Y fue el 14 de mayo de
1953 cuando el “Coco” Grillo, como también lo apodaban en sus comienzos,
protagonizó su obra cumbre. Ese día la Selección inglesa llegó a la
cancha de River y rápidamente se puso en ventaja.
A partir de allí, los
cinco “demonios” de la delantera criolla comenzaron a tejer malabares y a
hacer tambalear a la defensa europea. Pero tuvo que ser una genialidad
de Grillo la llave para abrir la posibilidad del empate. Recibió de
Lacasia y comenzó a gambetear rivales en el área grande –dejó a cuatro
en el camino- pero abriéndose demasiado sobre la izquierda del frente de
ataque. Cuando estaba apretado por la línea de fondo y la marca de un
rival, realizó lo impensado: en lugar de intentar el centro para la
entrada de un compañero (lo que esperaban los ingleses) y a pesar de no
tener ángulo para el remate, buscó el arco con un disparo alto que se
coló entre el arquero y el palo. Golazo. Historia. Leyenda. La magia del
fútbol sintetizada en un grito. Después vendría una conquista de
Micheli y otra del “Pelado” para sellar la victoria por 3 a 1. - Grillo
siguió desparramando su enorme talento en Independiente y en la
Selección hasta 1957, en que fue transferido al Milan, de Italia.
Curiosamente, se iba de la Argentina sin lograr ningún título, a pesar
de haber integrado un equipo, y sobre todo un ataque, del que aún hoy se
habla. En Italia se juntó con su compatriota Tito Cuchiaroni, el
uruguayo Juan Schiaffino y el brasileño Altafini para darle creatividad a
un Milan que se consagró campeón de la temporada 1958/59 y perdió la
final de la Copa Europea con el fantástico Real Madrid de Di Stéfano,
Puskas y Gento, por 3-2 en tiempo suplementario. Ese día, Grillo había
puesto el 2-1 parcial que parecía encaminar a los italianos a la cima de
Europa. Con su primer título de campeón y rodeado por el afecto y
admiración de los italianos, el “Pelado” de La Boca no pudo con su
nostalgia porteña y aceptó el ofrecimiento de don Alberto J. Armando
para regresar al país y ponerse la azul y oro. El retorno se produjo en
1960, cuando ya tenía 31 años, y su ciclo en Boca fue el más exitoso de
su carrera. En un plantel donde brillaban Norberto Menéndez, Paulo
Valentim, Angel Clemente Rojas, Antonio Rattin, Silvio Marzolini,
Alberto González y Antonio Roma, entre otras muchas estrellas, el
“Pelado” Grillo aportó sus ya reconocidas capacidades, a las que sumó
una entrega increíble. Había regresado de Europa con un mayor sentido
del sacrificio y jugaba más en función de equipo que antes. Inclusive,
se adaptó a hacerlo contra la raya de cal (que en sus comienzos lo
“ahogaba”), convirtiéndose en un verdadero pulmotor para los hombres del
medio campo. Con esos compañeros se clasificó campeón en 1962, 64 y 65.
En 1966, le dijo adiós al fútbol como jugador y nació el maestro que
traía consigo. Quedó ligado a Boca por una razón contractual y
también de afecto, y ayudó a formar futbolistas en La Candela. También
se hizo cargo de la Primera División en varias temporadas de los años
80, cuando tras la partida de Diego Maradona, el club había quedado en
lo futbolístico un poco a la deriva. Desencantado por ingratitudes y
con severos problemas de salud, a comienzos de 1988 se recluyó en su
casa de Bernal donde en medio de penurias económicas y una fuerte
depresión lo sorprendió la muerte el día 18 de junio. Se estaba jugando
el Mundial de Francia y el “Pelado”, que había sido uno de los grandes
de este deporte, se iba silenciosa y tristemente.