25/1/1978 El segundo Maracanazo - Recuerdos Rojos

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25/1/1978 El segundo Maracanazo

                                                             El otro Maracanazo


25 de Enero del ´78


El dia de la final llego inexorable, las radios locales hablaban nada más que del partido, los canales diez, doce y ocho mostraban imagenes de los distintos barrios de Córdoba, como se preparaban para la gran noche, la noche del primer Campeonato de AFA para el interior del país (vale recordar que los equipos de Córdoba no integraban el antiguo Metropolitano como Newells o Central, Colón y Unión).
Los diarios Los Principios y La voz del Interior ya tenian los suplementos de Talleres campeón listos para repartir, se descontaba el triunfo y además era la ilusión de gran parte del país, un equipo del interior Campeón, pero a que precio!!! LO DEBIAMOS PAGAR NOSOTROS, LOS DEL ROJO!!!
La historia del partido la conocemos de memoria, Independiente se paró en la cancha como justo dominador , incluso se dio el lujo de dominar el encuentro y meter el primer gol con la "palomita" del "Beto" Outes (número nueve jugador, capaz de gambetear y armar una jugada y además mandarla a guardar)...
El partido se estaba dando favorable a Independiente, Talleres presionaba pero no hacia daño, hasta que el árbitro Barreiro le otorga un penal por mano dudosa de Pagnanini, lo que caldeó bastante los ánimos del equipo rojo (se presuponia que habria un favoritismo arbitral para sacar Campeón a Talleres).
El colmo del robo llegó con el gol de Bocanelli con la mano, alevoso, hoy merecería la expulsión, el hecho se trasformo en un tumulto de jugadores, policia, dirigentes, etc, etc con epicentro en el arbitro del encuentro, el resultado? LA EXPULSION DE LARROSA, GALVÁN Y TROSSERO...
Pastoriza frenó al Bocha que se queria ir de la cancha, queria que el equipo se retirara, todos estaban abandonando el campo, el Pato después de algunos forcejeos logró que volvieran..."vamos (dijo) todavía podemos ganar!!!" y los mandó a jugar, y como corolario del hecho terminó metiendo en la cancha al compadre del Bocha y a Mariano Biondi, un gambeteador nato.
Como era de esperar, el vendabal Cordobés facilitado por la superioridad numérica no se hizo esperar, entraban por todos lados pero carecieron de claridad suficiente para definir, Independiente con esos ocho gladiadores aguantaba el resultado, queria caer pero dignamente sin una goleada humillante...hasta que a cinco minutos del final se produjo el milagro.
Como en aquella noche del Olimpico de Roma y entrando como se debe por el medio y donde mas gente hay, la doble pared del Bocha con Bertoni y la posterior devolución de Mariano Biondi terminaron con la pelota en la red, el Bocha la cuchareó y la metió entre varios jugadores que intentaban bloquear el arco ya que el "Mono" Guibaudo salio a tapar desesperado.
Lo que pasó después mucho no importa, el festejo emocionado del Pato, la felicidad de Trossero, la feliz inexpresividad del Bocha fueron actitudes que se sumaron al heróico triunfo de esos ocho hombres


                                            El Beto Norberto Outes  primero del Rojo
                                                                                      
                                                                                                                                                                   
"Vení, vení, .. canta con migo que un amigo...vas a encontrar que de la mano de PASTORIZA todos la vuelta vamos a dar
 


Outes (tapado) está por sacar el derechazo. Bochini mira a pocos pasos. Fue el primer gol de Independiente (a los 29 del primer tiempo) en el segundo contra , en Córdoba, el día en que el Rojo dio la vuelta tras empata
De los 18 partidos de este Nacional, yo estuve en 11. Y en la final me tocó entrar en el momento más caliente. Independiente se había puesto en ventaja gracias a un cabezazo de Norberto Outes, a los 29 minutos del primer tiempo. Y en el segundo fue cuando comenzaron las polémicas. A los 15, Valencia se fue por la izquierda, sacó el centro y la pelota pegó en el brazo de Pagnanini. Todos interpretamos que fue casual, pero el árbitro, Roberto Barreiro, dio penal. Pateó Cherini y 1 a 1. A los 39, después de un centro del Hacha Ludueña, Bocanelli saltó y convirtió con la mano el segundo gol de los cordobeses. Las protestas llevaron a las expulsiones: Trossero, Galván y Larrosa vieron la roja. El partido estuvo parado durante ocho minutos. Después del revuelo, Pastoriza metió a Bertoni por Magallanes y a mí por Brítez. En la primera final habíamos igualado 1 a 1 y si lográbamos empatar -como el gol de visitante valía doble- dábamos la vuelta. La jugada arrancó con una combinación entre Bertoni y Bochini, y el Bocha estuvo muy inteligente porque en vez de seguir él, enganchó para la derecha, por donde venía yo, y me dio la pelota. Yo encaré al arquero Guibaudo. Le amagué a patear y enganché para adentro. Se me fue larga y le quedó justo al Bocha que venía de frente y la clavó arriba. Fue algo inimaginable. Siempre me lo reconocen, con ese pase quedé en la historia del Rojo.





                                             
Destino de Héroe


Titulo de la nota de paginas interiores dedicadas a Bochini en la edicion de El Gráfico posterior a la final con Talleres



El capitán se puso serio y exigió silencio. Con su voz de siempre, calma pero esta vez entrecortada, comenzó la arenga. Corta, cortísima para un triunfo tan trascendente. Hasta se puede sintetizar en estas pocas palabras: "... y todos nosotros queremos dedicarte este campeonato a vos, Bocha, en el día de tu cumpleaños". Era Rubén Galván ofreciendo una de las victorias más importantes de Independiente a un hombre que, 24 años atrás, había nacido con destino de héroe. Fue en Córdoba, el jueves 26, a las 2.47 de la mañana Ricardo Enrique Bochini agradeció con las frases que la circunstancia hace comunes. Su rostro, generalmente inexpresivo, se distendió en una amplia sonrisa mientras un brillo extraño se apoderaba de sus ojos. Quizás, después de mucho tiempo, se reencontraba con esa compañera casquivana que lo había abandonado preocupando a todos. En esa madrugada del jueves 26, Bochini volvía a ser feliz...

Hubo otras noches deslumbrantes. Hubo y parecieron insuperables. Aquella de Roma, cuando con Bertoni rompieron los sueños de la Juventus. O la de Vélez, cuando con la camiseta de la selección nacional tomó la batuta ante Uruguay y brindó un concierto inolvidable. Hubo, sí. ¿Te acordás, Bochini?

"Me acuerdo de todo eso. ¡Cómo no voy a acordarme! Pero esto la supera. Se juntan muchas cosas. Mi cumpleaños, la primera vez que salgo campeón con Independiente, porque hasta ahora había ganado solamente Copas. Y todo lo que rodeó al partido. Ahora puede parecer sencillo explicarlo, pero hay que meterse en la piel de uno, adentro de la cancha, cuando pasan cosas extrañas. Cuando lo expulsaron a Larrosa, ¿sabe lo que se fue diciendo? 'Esto es una usurpación', decía, y le mostraba la camiseta a Barreiro. Yo también estaba como enloquecido y decía que me quería ir. Pero no, ¿qué me iba a querer ir...? Es que uno se siente impotente, avasallado. Está bien, se puede equivocar. Es humano, pero también es humana la reacción contra la injusticia. ¿No teníamos derecho a sentirnos perjudicados?"

Bochini se va acercando a los momentos culminantes. Ya desapareció la sonrisa, viene el centro, salta Bocanelli y un estadio que explota. Y una decena de bocinas que parecen querer tapar todo con su ruido. Miles de banderas albiazules agitándose. Y un hombre de negro, lívido el rostro, que retrocede porque otros once se le vienen encima. Y muchos más que llegan desde el costado de la cancha. Y la policía. Y los fotógrafos. ¿Qué es eso?

"Eso es una barbaridad. Cómo puede dar validez a un gol que se convierte con la mano. Porque ese gol lo hicieron con la mano. Lo vieron todos. ¡Cómo íbamos a aceptar callados esa sanción! No sé, no sé qué pasó o qué pudo pasar. ¡Menos mal que entró Pastoriza! Galván le dijo al referee que lo echara, que prefería irse de la cancha. 'Tengo dos hijos -le decía- y me da vergüenza esto. Echeme, écheme...' -le decía. Y cuando Larrosa le preguntó por qué no lo echaba a él, también le sacó la roja. Para colmo, además expulsó a Trossero. Quedamos ocho".

Iba a ser drama. Fue epopeya. "Pastoriza, que nos había salvado, mostró todavía la serenidad suficiente para acertar con los cambios. Yo no sé cómo pudo tener la mente tan fría para pensar que todavía nos quedaba chance. Eramos ocho contra once y ellos ganaban 2 a 1. Sacó a los dos punteros, hizo entrar a Biondi, que tiene mucha habilidad, mucho manejo de pelota, y también a Bertoni. Sinceramente yo pensé que venía la goleada. Outes, en cambio fue el más optimista. '¡Andate, Pato, ándate que ganamos!', le pedía en medio del desorden. ¡Qué vamos a ganar!, pensaba yo. Y decía que me quería ir pero no, ¡qué me iba a ir! En realidad no sé qué quería. Cuando Larrosa se fue me abrazó: '¡Vamos, Bocha, que somos hombres!', me dijo."

Fueron ocho minutos los que cambiaron la historia. Los ocho minutos que pasaron desde el gol convalidado por Barreiro hasta que Outes puso otra vez en movimiento la pelota... lenta, cansina, casi hasta provocativamente.

(...) "Los ocho procurábamos asegurar la pelota. Por ahí encontré una, pasada ya la mitad de la cancha, y lo busqué a Bertoni; me la devolvió cortita y seguí Se la puse de vuelta, la jugó con las dos piernas y vi que varios de ellos se iban al bulto. Me abrí hacia la izquierda justo cuando la pelota fue a los pies de Biondi. Mariano también se abrió un poco cuando salió Guibaudo y la tiró hacia donde yo avanzaba. Le di con el alma y grité el gol de mi vida. ¡Sí, éste fue el gol de mi vida! Entró Pastroiza, me abrazó, me zamarreó y me calmó por completo. Estábamos 2 a 2 y con ese resultado éramos campeones. ¡Campeones jugando ocho contra once y en cancha de ellos! Increíble. Cuando sonó el silbato final y dimos la vuelta olímpica, los hinchas cordobeses que estaban sufriendo una decepción tremenda nos aplaudieron a nosotros."

Ricardo Enrique Bochini había retomado su destino de héroe. Porque goles había convertido muchos. Algunos importantes, como el de aquella noche en Roma. Pero éste era distinto. Ya estaban vencidos cuando después del empate de penal llegó el gol de Bocanelli. Perdidos, prácticamente perdidos, cuando quedaron ocho contra once. Era la desesperación, era el drama. Fue la gloria. La gloria que sólo pueden alcanzar los predestinados. Ricardo Enrique Bochini llegó a ella justo el día en que el calendario marcaba sus 24 aniversarios.

Pasarán muchos años. Se jugarán muchas finales. Pero el hincha es siempre leal a aquellos acontecimientos que lo conmueven. Y esa jugada será leyenda y en la leyenda asomará una y otra vez Ricardo Enrique Bochini asumiendo su rol de héroe.

Escúchame, Bochini. ¿Te das cuenta que entraste en la inmortadlidad?

-Sólo sé que soy feliz. Hoy soy feliz.

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